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Los autoempresarios
teletrabajan, pero no en casa
Grind, Fueled Collective y NeueHouse son
espacios neutrales de trabajo colectivo
Whitney Tingle hizo realidad un sueño: dejar su empleo, crear su propia
empresa y trabajar en casa. Pero no salió exactamente como lo había planeado.
Un año después de cofundar Sakara Life, dedicada
al envío de alimentos naturales, descubrió que “no había principio ni fin para
el trabajo”.
Tingle, de 27 años y residente en Nueva York, recuerda: “Me distraían las
pelusas que se formaban bajo el escritorio y terminaba pasando la aspiradora en
mitad de la jornada, o me miraba al espejo a las siete de la tarde y me daba
cuenta de que todavía estaba en pijama”.
Su socia, Danielle DuBoise, y ella enviaron en agosto una solicitud deNeueHouse, un nuevo espacio
de “cotrabajo” que se ha creado adoptando la forma de un club privado.
Pensado para profesionales creativos trotamundos, NeueHouse prevé
extenderse a otros lugares, Los Ángeles, Londres y Shanghái. El espacio de
trabajo cuenta con una sala de proyecciones, un estudio de emisión y un estudio
de grabación. La cuota anual puede suponer varios miles de dólares.
En unos cuantos meses, relata Tingle, su humor había mejorado y la empresa
había duplicado sus ingresos gracias a los contactos que hizo allí.
Se suponía que esta iba a ser la época de la oficina móvil y que los
“autoempresarios” teletrabajarían desde su casa o la playa. Pero muchos de los
que trabajan por cuenta propia están descubriendo que el marginamiento les
acecha tras la fantasía de la oficina doméstica y cada vez hay más
emprendedores que se unen a una nueva generación de organizaciones de
cotrabajo, como Grind, Fueled Collective y NeueHouse.
Rebekah Epstein dirigía una agencia de relaciones públicas desde su casa en
Austin, Texas, con la única compañía de su perro, Dixie, cuyos
ladridos una vez obligaron a Epstein a meterse en un oscuro armario mientras
llevaba a cabo una negociación delicada por teléfono con un cliente. Frustrada,
se apuntó a un espacio local llamado Link Coworking,que ofrece bebidas de
cumpleaños, refrescos y cenas con comida aportada por cada comensal, así como
compañeros ante los que mostrarse presentable. “Parece poca cosa”, dice
Epstein. “Pero vestirse para ir a trabajar supone una enorme diferencia”.
“La gente regresa a
la oficina para volver a estar con otras personas”, dice Alex Hillman, de Indy
Hall en Filadelfia
Ivory Chafin-Blanchard, productora informática de Nueva York, tiene otra
queja sobre el trabajo en casa. “Cuando una no está obligada a trasladarse a la
oficina y tiene un volumen de trabajo que exige mucha dedicación, es muy
difícil desconectar”, dice esta empresaria de 32 años. El pasado septiembre se
unió a Grind, que abrió en Manhattan en 2011 con un interior minimalista y la
promesa de “ayudar a las personas con talento a colaborar de una forma nueva:
fuera del sistema”.
El porcentaje de trabajadores estadounidenses que trabajan exclusivamente
desde casa, aunque sigue siendo pequeño, ha aumentado un 37% entre 1997 y 2010,
hasta ser el 6,6% del total, según un estudio de la Oficina del Censo.
Pero parece que el sueño de trabajar desde casa no es tan bello como se
esperaba. Actualmente hay casi 800 instalaciones comerciales de cotrabajo en
Estados Unidos. Se está produciendo una tendencia similar en Inglaterra, donde
Club Workspace, por ejemplo, gestiona una red de centros en Londres.
Tierney O’Dea Booker, de 37 años, que se unió a Link después de intentar
dirigir una consultora de medios de comunicación desde su casa en Austin,
Texas, habla de los aspectos positivos. “El lugar de trabajo es esencialmente
como un juego, con obstáculos, recompensas, dificultades y aliados”, dice.
“Cuando una persona está sola, tiene que fabricar su propio sistema para
motivarse”.
Los empleados que trabajan desde casa más de tres días a la semana y los
autónomos a tiempo completo corren el riesgo de sentirse aislados, advierte
Ravi S. Gajendran, autor de un análisis de 46 estudios sobre el teletrabajo de
la Universidad Estatal de Pensilvania, publicado en 2007. “La gente regresa a
la oficina para volver a estar con otras personas”, dice Alex Hillman, uno de los
fundadores de Indy Hall en Filadelfia, que abrió hace seis años.
La propia distribución de Neue-House, por ejemplo, quiere reflejar que
actualmente el trabajo es una versión del ocio fuera del hogar. La galería
consiste en una serie de espacios ideados para reunir a la gente: hay mesas de
biblioteca de estilo retro, almohadones y alfombras árabes sobre una gran
escalera que invitan a recostarse y rincones para la conversación con mesas de
café y sofás de piel.
¿Pero cuál es el elemento principal que distingue estos espacios de las
oficinas normales? La voluntariedad: se está ahí por decisión propia. “Si
alguien te molesta”, dice Booker, “te trasladas y listo”.
© 2013 New York Times News Service
-Medio de comunicación. EL PAIS (internet)
-Fecha. 15 de Mayo del 2013.
-Resumen. La publicación narra los comentarios que hacen personas
que tienen teletrabajos sobre cómo influye negativamente en algunas ocasiones
el trabajar en casa, y por eso dicen que han creado lugares que son como
oficinas para no caer en la improductividad que sufrían en sus hogares.
-Análisis de la noticia con el tema expuesto en clase. El teletrabajo se entiende genéricamente como el trabajo a distancia del centro productivo principal, con la ayuda de las telecomunicaciones. Pero aunque este nuevo sistema de trabajo parece que tiene muchas ventajas, también tiene algunos inconvenientes, por ejemplo la empresa tiene dificultades para controlar la dedicación de los trabajadores, además también se puede producir una falta de cohesión interna. También tiene desventajas para los trabajadores ya que se puede producir un descontrol en el horario de trabajo, también está el factor social, haciendo que la persona se sienta aislada respecto de los demás trabajadores.